Ataduras

Ningún proceso de purificación se completa sin una ritualización en su desarrollo. Amo y esclava ansían la experiencia de la alteridad pura, la realización, efímera pero real, de un mundo al revés.


La posesión y su Poseedor son en esencia lo mismo, comparten un mismo pensamiento, unos mismos ideales, y lo han de hacer a escondidas, pues la sociedad los rechaza. Son poetas, anarquistas, "locos de dios", espíritus diferentes, de aquí que el correcto arte de la atadura sea una experiencia mística. Pero como en todas las religiones el ritual es tan importante como la esencia espiritual misma, mediante el ritual, consumación de la teatralidad, los oficiantes dan sentido a sus actos.


De los muchos tipos de inmovilización que podemos practicar, indudablemente el arte de la soga es el más sofisticado y difícil. ¡Que diferencia entre ese artístico tejido que el Maestro realiza con cuerdas sobre el cuerpo de su esclava y esas ataduras de cuero barato que venden en los sexshop!


Que un Maestro ate a su esclava, que una Mistress ate a su siervo, son actos irrelevantes si meramente se limitan a inmovilizarles con unos nudos torpemente ejecutados, empujados por la prisa de la urgencia sexual, si no van acompañados de una "puesta en escena", de una sabia teatralidad que permita degustar cada momento del rito de las ataduras. Por ello el juego con las cuerdas, la sabiduría para dar cada giro sobre el cuerpo, el modo de atenazar los pechos o los testículos, oprimiendo lo suficiente para ocasionar gustoso sufrimiento sin ocasionar daños corporales son una sabiduría.

Las mejores sogas son las de cáñamo, fibra natural, huyamos del nylon. Las sogas nuevas deben cocerse unos minutos en agua hirviendo y luego sumergirse en aceite de romero, dejándolas finalmente secar. Así quedan suaves, fáciles de manejar, los nudos fáciles de hacer y deshacer. La mujer sujeta con éstas cuerdas se siente completamente dominada y llega pronto a una cascada de orgasmos.


Nunca practicaremos la esclavitud sin tomar unas previas medidas de seguridad, ya que en caso contrario los accidentes pueden resultarnos caros. Como norma general nunca jugaremos cansados, bajo el efecto del alcohol o las drogas. Y una premisa que respetaremos siempre: ninguna soga debe comprimir la parte frontal del cuello. Las cuerdas deben apoyarse en la nuca y descender hacia los sobacos y brazos, pero nunca estrangular. Si bien es cierto que el estrangulamiento es muy placentero y son muchas las mujeres que alcanzan fuertes orgasmos al sentirse asfixiadas, la realización de este juego con cuerdas es extremadamente peligroso y nada recomendable.


Entre el Maestro y su esclava debe quedar previamente establecida una contraseña mediante la cual la esclava comunique a su Amo cualquier incidencia que deba significar el cese del juego, esta contraseña puede ser una palabra o un gesto con los dedos de las manos si la esclava está amordazada. Las ataduras cortan la circulación en las muñecas y tobillos. Si la esclava atada experimenta un hormigueo en las piernas o brazos, ¿a quién no se le ha dormido alguna vez un miembro?, puede pedirnos que se aflojen algo las ataduras. Esta sensación de tumefacción, para unos placentera y desagradable para otros, no tiene mayores consecuencias y nunca reviste carácter serio. Como norma es conveniente dejar a la esclava un alto grado de flexibilidad, pues en caso contrario los músculos se tensan, se dificulta la circulación sanguínea y pueden aparecer dolores de cabeza.


¿Cuánto debe durar una sesión de atadura? El tiempo perfecto está entre los 30 minutos y 1 hora, más cerca de la primera cifra salvo para los muy expertos. Una recomendación muy válida es que cuando probemos nuevas técnicas o posiciones inicialmente no alarguemos el cautiverio.


Un modo positivo de prolongar el placer que sienten Maestro y esclava es cambiar cada veinte o treinta minutos la postura y el tipo de ataduras, por ejemplo, sujeción en cruz sobre una cama facilitando el acceso a los genitales, posición fetal con el ano expuesto, atadura de manos a la espalda y piernas flexionadas, suspensión, etc. Con estos cambios podemos prolongar durante horas nuestros juegos de esclavitud sin peligro, cansancio ni caer en la rutina, el mayor enemigo de todo relación sexual.


Un detalle que habitualmente se olvida y sin embargo debiera respetarse siempre es tener la precaución de contar en la estancia donde se efectúan los juegos de soga con un instrumento, tijera o cuter, que permita cortar rápidamente las ligaduras en caso necesario. Lo mejor indudablemente son las tijeras médicas usadas para cortar los vendajes, una de cuyas hojas es llana para evitar daños en la piel. Naturalmente el tipo de soga y la tijera estarán siempre en concordancia, no se corta igual una gruesa soga engrasada que un cordón de seda.


En aquellos casos en que se nos plantea una improvisada relación con una esclava recién conocida y no tenemos nuestro equipo de juegos, podemos recurrir a determinadas prendas de ropa como sustitutas de las cuerdas. Las corbatas de los hombres, las medias femeninas, los pañuelos de seda, los calcetines, etc., son ligaduras excelentes llegado el caso. Con la seda una única precaución, sus nudos son bastante difíciles de desatar una vez quedaron apretados, por lo que es conveniente dejar puntas largas al usarla. Si estamos en un hotel nos sirven por igual las toallas o las sábanas. En muchas fotos vemos las cuerdas hendiendo el sexo de la mujer, separando los labios mayores. En verdad esto sólo sirve para esos segundos que se tarda en hacer la foto. Una cuerda que se apoye directamente sobre los genitales femeninos irremediablemente ocasionara rozaduras, lesiones y en vez de provocarle placer la dejará imposibilitada para practicar el sexo durante varios días. Si pasamos estas cuerdas por su entrepierna dejándole a nuestra esclava puestas las braguitas o colocamos un paño de seda sobre sus genitales, sin duda con la presión de la soga obtenga un intenso orgasmo sin ninguna molestia de escoceduras posteriores.

Utilizar cinta de embalaje lo vemos con frecuencia en esas escenas de ataduras que se hacen principalmente para fotografiar y vender a los aficionados al genero. La experiencia real con cinta de embalaje es casi siempre negativa. Cuando finalizados los juegos hemos de retirarla del cuerpo de nuestra esclava podemos ocasionarle graves escoceduras. No debemos usar cinta de embalaje directamente sobre la piel, si pude utilizarse para inmovilizar sobre las medias, braguitas, camisas y prendas de ropa en general. Tampoco es conveniente como mordaza, pues en su fabricación se utilizan productos químicos tóxicos. Un mero esparadrapo ancho adquirido en cualquier farmacia constituye la mejor mordaza. Cuando empleamos materiales de tipo plástico, como la cinta de embalaje, bolsas de plástico, etc., tendremos un cuidado muy especial en que la habitación de juegos se mantenga fresca y bien ventilada. El plástico impide la transpiración de nuestra esclava, su temperatura corporal sube rápidamente y podemos ocasionarle un colapso. También hemos de tener cuidado con los cordones de la luz, son fáciles de utilizar, pero por su poca sección pueden hincarse en la carne y ocasionar cortaduras.

En general las fibras naturales crean un ambiente psicológico más placentero y las artificiales un mayor grado de excitación nerviosa, pero depende mucho de cada persona. Aquí, como en todo lo concerniente a nuestro arte de la soga, la mutua aceptación y gusto de ambos oficiantes es fundamental para obtener la perfecta comunión de cuerpos y almas. Las sogas deben cortarse a la longitud precisa para cada tipo de atadura y juego en que vayan a ser empleadas. Las sogas para inmovilizar muñecas y tobillos han de ser más cortas que las de los muslos o los brazos, particularmente éstas últimas deben recorrer los senos de la esclava, una vez por encima y otra por debajo, haciendo que resalten turgentes.


Cuando nos preparemos un juego de sogas para su larga utilización es conveniente recoger los extremos con una tela de seda o cuero cosidos para evitar que se destrencen. Nunca olvidemos que uno de los efectos más hermosos es el contraste entre los colores de las cuerdas, su trenzado y la forma que adopta sobre el cuerpo de nuestra esclava.


Todo Maestro en el arte de la soga debe conocer la técnica de los nudos. Nudos como el margarita, las gazas, la mariposa y otros son dominados por los aficionados a diversas modalidades deportivas como la escalada, náutica, etc. Podemos aprender junto a ellos como efectuarlos o adquirir alguno de los muchos libros que se venden sobre nudos en las librerías.


Con la esclava bien inmovilizada ella quedará desvalida y accesible a nuestras pasiones, podemos acariciar y lamer cada rincón de su cuerpo, zurrarle el trasero, mutuamente deleitarnos con cera caliente sobre los pechos, y ella disfrutará sin poder defenderse de nuestros instintos. Al margen de las sogas existen otros muchos modos de inmovilización tales como las camisas de fuerza, las esposas de muñeca, las esposas de pulgares, etc. Requieren técnicas diferentes y en general no son del agrado de los verdaderos Maestros del arte de la soga.


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